El tema de las cooperativas obreras merece al menos un amplio capítulo en este blog, y si no me fallan las energías volveré a tratarlas como se merecen. Por ahora sólo unas pinceladas, más que nada para no dejar, como me suele suceder, cosas olvidadas en el cajón, en este caso viejas monedas.
La Cooperativa "La Flor de Maig", fue una de las que gozó de mayor vitalidad en Catalunya, tuvo diversas sucursales, dos de ellas en el mismo barrio, y una granja en Cerdanyola.
Las cooperativas obreras se desarrollan a partir del último tercio del siglo XIX, como una forma de apoyo mutuo y resistencia. Las cooperativas permiten, al asociarse, que los obreros tengan más capacidad de compra o que incluso produzcan algunos bienes de consumo. Una forma de luchar por la subsistencia y contra los abusos de los tenderos del barrio. Pero también esas cooperativas nacidas básicamente como de consumo, dan cobertura e impulso a la educación y la cultura obrera, con la creación de corales, bibliotecas, grupos de teatro, escuelas, etc., y además también a formas de protección y ayuda ante la enfermedad y la vejez.
Más de sesenta cooperativas tuvieron su sede en Sant Martí de Provençals, la gran mayoría de consumo y algunas acuñaron su propia moneda.